En mayo se cumplirán once años desde que Manuel Villar (Vilagarcía, 1972) se puso manos a la obra para abrir una vinoteca en el cantón de los Grisones, en Chur, a la vera . Allí llevaba viviendo ya unos años cuando decidió lanzarse al negocio de la restauración. Al principio, apostando por los vinos como producto principal, pero ahora le ha dado la vuelta al asunto y el restaurante es ya más importante que la distribución de vinos. Lógico, a los suizos les encantan los productos gallegos y, de esos, en su establecimiento hay muchos.
En su carta podemos encontrar desde pulpo a la gallega, hasta calamares o mejillones -que le llegan cocidos y pasteurizados-, además de las imprescindibles empanadas, y chorizo de porco celta o queso de tetilla, entre otros productos. Y alguno más que incorporará en breve. Por supuesto, no pueden faltar los licores de café y de hierbas. De bebida, y en cuanto a cerveza, Estrella Galicia, y con varias de sus variedades, ya que no se queda únicamente en la clásica. El vermú Petroni y la ginebra Nordés también aparecen en su oferta de productos gallegos.
Esa apuesta por Galicia la lleva incluso a los detalles más pequeños. La página web de su establecimiento, que ahora está en pleno proceso de construcción de su tercera versión, es obra de la empresa vilagarciana y otra firma de su ciudad, , es la que se encarga del merchandising y de la ropa que utiliza el personal. «Todo lo que puedo lo contrato en Arousa», resume. Parte de su personal también es gallego. Su nueva cocinera, Eva, es de A Coruña, y el jefe de servicio, de . Incluso la encargada de la limpieza es gallega. El resto del personal procede de la escuela de hostelería. Hay una alemana, un italiano, una peruana y un suizo que trabaja en un grupo editorial y que quiere aprender español y por eso va al local.
Empezó apostando por vinos austríacos y alemanes, pero ahora se ha especializado en bodegas españolas
A pesar de que cuando comenzó su aventura había apostado también por ofrecer vinos austríacos y alemanes a sus clientes, finalmente ha decidido especializarse en bodegas españolas y portuguesas. Una treintena de esas referencias son gallegas, que él se encarga de promocionar con cenas maridaje y también con degustaciones con la asistencia de los propios viticultores. Evidentemente, el catálogo es muy amplio, con etiquetas de lo más conocidas y otras de las que únicamente les sirven un par de docenas de botellas al año por la alta demanda que tienen.
Las visitas a Vilagarcía
Manuel aprovecha sus escapadas a Vilagarcía, a donde regresa al menos una vez al año, para realizar visitas a sus proveedores y también para buscar nuevas referencias que incorporar a su oferta. Y cuando regresa a su tierra también acepta consejos sobre qué debe incorporar a su negocio.
Una relación más cercana
Parece satisfecho con el cambio que le ha dado a su establecimiento. Lo decidió en cuanto comprobó que era mucho más fácil convencer a un suizo para que se llevara una caja de vino Rías Baixas con un buen plato de pulpo delante que con sesudas disquisiciones. «Al tener el restaurante, que al mismo tiempo es local de ventas, entablas una relación más cercana con el cliente», explica Manuel. Eso y un buen socio importador para los vinos han contribuido a que las cosas le vayan relativamente bien.
«Néboa» como atractivo turístico para suizos e italianos
Evidentemente la gran mayoría de la clientela que Manuel tiene en su «Vino y Más», que así se llama el restaurante, son suizos, austríacos y también italianos puesto que la zona tiene un innegable atractivo turístico, entre otras cosas, por su cercanía con Mainfield, el pueblo de Heidi. La ciudad en la que el vilagarciano se ha aposentado está en plena montaña y, quizás por eso, al arousano le suelen preguntar sus clientes por los paisajes gallegos.
A ello ha ayudado, sostiene Manuel, el éxito que por aquellas tierras están teniendo últimamente las series de ficción españolas. El arousano señala sobre todo a «Vivir sin permiso» y a «Néboa». «Hay mucha gente, sobre todo suizos e italianos», que preguntan por las Rías Baixas», afirma.
Un interés que le abre otra posibilidad de negocio, que ya probó el pasado año con éxito. Hace ocho meses ejerció de guía improvisado y mentor gastronómico necesario de un grupo de médicos de la ciudad suiza que habían decidido pasar unos días en España y que le pidieron su colaboración. La experiencia fue gratificante para todas las partes y Manuel, que tiene un buen instinto, no descarta abrir por ahí otra vía con la que ganarse la vida.
Idea incuestionable
La idea parece incuestionable. No es lo mismo visitar cualquier lugar base de una guía de turismo, con recomendaciones buscadas en Internet o con una excursión programada, que con alguien que te puede llevar de la mano a esos lugares que a veces no aparecen entre las recomendaciones, pero que proporcionan una radiografía más auténtica de la zona. Y como obsequio final para los médicos de su cicerone particular, unas camisetas de regalo, evidentemente salidas de su proveedor vilagarciano Lamarka. «Tengo la idea de llevar en un futuro el negocio por ese sector porque la gente pregunta mucho por las Rías Baixas», explica Manuel.
Entre tanto no se lanza de manera definitiva a esta nueva iniciativa, Manuel, seguirá adelante con sus cenas con acento gallego para los suizos y con sus degustaciones para los viticultores que una vez al año se acercan a mostrar sus referencias a él y a sus clientes.
Esta noticia es de La Voz de Galicia